domingo, octubre 12, 2025
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Comisarios alertan sobre manipulación de estadística criminal

Cuando las cifras pasan a gobernar la seguridad

En numerosos cuerpos policiales se ha instalado una dinámica perversa: las estadísticas dejan de ser un instrumento para convertirse en el objetivo. Ese cambio de foco altera prioridades operativas, distorsiona la percepción pública y repercute en la protección real de los barrios. Analizar por qué ocurre y cómo se agravan sus consecuencias exige comprender los incentivos internos que empujan a manipular los registros.

Incentivos institucionales y efectos prácticos

Cuando el sistema de promociones y recompensas se alinea con cifras aparentes, surge una tentación racional: minimizar el impacto estadístico del delito para obtener méritos. Esa lógica genera tres efectos claros: 1) desplaza recursos de investigación a tareas administrativas, 2) reduce la confianza ciudadana y 3) produce zonas «no contabilizadas» donde la inseguridad crece sin constar en los informes oficiales.

La consecuencia es que la estadística se convierte en un indicador de prestigio más que en una herramienta de diagnóstico. Las unidades que «controlan» mejor los números suelen recibir mayor reconocimiento, aunque a la larga pierdan eficacia operativa y legitimidad social.

Casos ilustrativos y datos alternativos

En un distrito costero con alta afluencia turística se detectó un descenso oficial de hurtos del 25% en dos años, mientras las asociaciones de comercios contabilizaban que las quejas por robos sin violencia se habían duplicado. En otra área metropolitana, las denuncias por fraudes electrónicos crecieron aproximadamente un 60% en cuatro años según registros de organizaciones civiles independientes, aunque las estadísticas administrativas apenas variaron.

Estos ejemplos muestran cómo la subdeclaración y la reclasificación de hechos (trasladar delitos a categorías menos sensibles) pueden ofrecer una foto engañosa: el problema persiste, pero desaparece del boletín oficial.

Cómo se maquilla la criminalidad (técnicas comunes)

  • Reclasificación de hechos para encuadrarlos en tipologías con menor impacto estadístico.
  • Archivado por falta de denuncia, incluso ante indicios suficientes de delito organizado.
  • Priorizar actuaciones que reduzcan la cifra en el corto plazo en lugar de investigaciones que detecten redes.
  • Uso selectivo de recursos para “controlar” zonas visibles en detrimento de áreas periféricas.

Estas prácticas no solo alteran los números; erosionan la respuesta criminal porque evitan perseguir los fenómenos complejos que requieren tiempo y coordinación interinstitucional.

Impacto en la ciudadanía y en la moral policial

La ciudadanía percibe rápidamente la contradicción entre lo que se publica y lo que se vive en la calle. Ese divorcio mina la confianza en las instituciones y reduce la disposición a denunciar. Por su parte, los agentes que quieren hacer investigaciones rigurosas se enfrentan a sanciones implícitas: saturación burocrática, falta de apoyo y escasas oportunidades de desarrollo profesional cuando priorizan casos complejos.

Medidas de transparencia y corrección

Corregir la tendencia requiere intervenir tanto en la cultura organizativa como en los mecanismos de supervisión. Propuestas prácticas:

  • Auditorías independientes periódicas de la metodología estadística y de los criterios de reclasificación.
  • Indicadores de desempeño centrados en resolución y prevención, no solo en volumen reportado.
  • Canales ciudadanos de verificación que permitan cruzar datos comunitarios con los oficiales.
  • Protecciones para investigadores que revelen prácticas de manipulación y programas de formación en ética estadística.

Además, la implantación de métricas compuestas (que combinen denuncias, tiempo de resolución, nivel de coordinación interinstitucional y satisfacción vecinal) puede desalentar la manipulación y devolver foco a la seguridad real.

Innovaciones tecnológicas y salvaguardas

La tecnología puede ayudar si se aplica con reglas claras: registros inmutables de incidentes, paneles de datos abiertos y trazabilidad de modificaciones en los reportes reducen la opacidad. Sin embargo, la tecnología por sí sola no resuelve incentivos mal diseñados; debe acompañarse de controles externos y responsabilidad administrativa.

Reflexión final y pasos urgentes

Si las cifras sirven para maquillar la realidad, la seguridad se deteriora en silencio. Restaurar la confianza exige sustituir la carrera por cuotas estadísticas por una carrera orientada a resultados verificables en el terreno. Esto implica revisar sistemas de evaluación, abrir los datos y proteger a quienes señalen irregularidades. Solo con transparencia y un marco de incentivos alineado con la prevención y la resolución efectiva podrá recuperarse la credibilidad y la eficacia policial.

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