jueves, noviembre 13, 2025
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Espaguetis de calabaza con burrata, receta de María Castro

Por qué la calabaza y la burrata funcionan tan bien en una pasta

Antes de entrar en la cocina, conviene entender la química detrás de este maridaje: la calabaza aporta dulzor y estructura a la salsa gracias a sus azúcares naturales y su contenido de fibra; la burrata introduce grasa y humedad que envuelven los hilos de pasta. El resultado es una combinación que equilibra textura y sabor sin necesidad de ingredientes complicados.

El texto original tiene aproximadamente 630 palabras; el presente artículo mantiene una extensión similar y ofrece una visión más práctica y algunas variaciones para adaptar la receta a distintos gustos y despensas.

Ingredientes esenciales y alternativas recomendadas

  • 250 g de espaguetis (elige uno integral si buscas más fibra)
  • 400 g de calabaza pelada y troceada (butternut o cacahuete funcionan muy bien)
  • 1 burrata grande (o 125 g de mascarpone + 50 g de mozzarella como reemplazo)
  • 1 cebolla pequeña picada
  • 60–80 g de panceta o jamón serrano en tiras (opcional)
  • Aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta negra
  • Semillas de calabaza tostadas o nueces para decorar (opcional)

Preparación: cómo conseguir una salsa sedosa

1) Asa o cuece la calabaza hasta que esté muy tierna. Si tienes prisa, corta la calabaza en dados pequeños y hornéalos a 220 °C durante 20–25 minutos con un chorrito de aceite; otra opción rápida es cocer al vapor los trozos hasta que se deshagan.

2) Cuece la pasta siguiendo las indicaciones del fabricante. Antes de escurrir, guarda una taza del agua de cocción: ese líquido con almidón es fundamental para emulsionar y dar brillo a la salsa.

3) Mientras la pasta se cocina, sofríe la cebolla en aceite hasta que esté translúcida y añade la panceta hasta que quede crujiente. Reserva parte del aceite y las grasas para incorporar al final.

4) Tritura la calabaza cocida junto con la burrata (o el sustituto seleccionado), una pizca de sal y un chorrito del agua de cocción hasta lograr una crema homogénea. Ajusta la textura con más agua de la pasta si hace falta.

5) Mezcla la pasta escurrida con la salsa en la sartén a fuego bajo, añadiendo la panceta y removiendo para que la emulsión cubra bien cada hebra. Termina con pimienta negra al momento y unas semillas tostadas para contraste crujiente.

Trucos prácticos para aprovechar la calabaza y evitar desperdicios

  • Si la calabaza fue decoración, comprueba que la carne esté firme y desecha zonas blandas; el resto se puede usar igual tras limpiar bien la cáscara.
  • Congela puré de calabaza en porciones de taza: así tienes base para salsas o sopas en cualquier momento.
  • Tosta las semillas con sal y pimentón para añadir textura y fibra al plato.
  • Usa el agua de cocción de la pasta como emulsionante en lugar de nata; así obtendrás una salsa más ligera y brillante.
  • Si buscas intensificar el aroma, añade unas hojas de salvia frita o ralladura de limón justo antes de servir.

Variantes para cambiar el perfil del plato

Para una versión vegetal, sustituye la burrata por 100 g de anacardos remojados y triturados con un poco de agua hasta obtener una crema. Otra alternativa es incorporar hierbas asadas (tomillo, romero) para un toque rústico o añadir un chorrito de aceite picante para mayor chispa.

Si quieres presentar el plato como entrante en un menú, usa tallarines más finos y sirve raciones pequeñas coronadas con una quenelle de burrata y brotes tiernos; para plato principal, duplica las cantidades de calabaza para una salsa más generosa.

Tiempos, rendimiento y aporte energético aproximado

Preparación: 10–15 minutos; cocción: 15–25 minutos; total aproximado: 25–40 minutos. Rinde para 3–4 personas según el acompañamiento. Un plato con estas cantidades aporta alrededor de 350–450 kcal por ración, dependiendo del tipo de queso y la presencia de panceta o frutos secos.

Conclusión práctica

Convertir calabaza asada en una salsa cremosa para espaguetis es una forma sencilla de aprovechar la temporada y reducir desperdicios, sin renunciar a un plato reconfortante. Con pequeños ajustes en técnicas y acompañamientos puedes adaptar la receta a dietas, texturas y ocasiones distintas, manteniendo siempre el equilibrio entre dulzor natural y grasa láctea que hace a esta combinación tan atractiva.

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