jueves, noviembre 13, 2025
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Dcoop descarta retirada de aceite de oliva esta campaña

Por qué la cooperativa descarta la retirada de aceite en la campaña actual

La última temporada ha demostrado que las previsiones pueden cambiar con rapidez: lo que en verano se contemplaba como un excedente capaz de activar una retirada obligatoria de aceite, hoy se percibe como un escenario limitado por la pérdida de rendimiento provocada por la sequía. Los responsables de una de las mayores cooperativas españolas explican que imponer un bloqueo de producto a estas alturas resultaría contraproducente para la cadena de valor, pues muchas partidas ya han sido comercializadas y la medida llegaría tarde para su objetivo regulador.

Evaluación cuantitativa: cómo ha afectado la sequía a la producción

Las primeras estimaciones del sector apuntan a una reducción notable en los rendimientos por hectárea en grandes zonas olivareras. Mientras que años atrás la variabilidad anual oscilaba alrededor de márgenes reducidos, este ciclo presenta descensos que, en algunas comarcas, superan el 10-15% respecto a la media reciente. Esta caída complica el cálculo de umbrales de intervención que dependen de la relación entre existencias iniciales y la producción total.

En términos agregados, los analistas privados sitúan la producción nacional en un rango inferior al previsto a principios de campaña, lo que reduce la probabilidad de alcanzar los niveles necesarios para activar mecanismos de estabilización basados en retiradas.

Alternativas operativas a la retirada: estrategias para estabilizar precios

Si la retirada de aceite no resulta viable, el sector tiene otras herramientas para amortiguar la volatilidad. Entre ellas figuran acuerdos de almacenamiento privado voluntario, mecanismos de seguros para productores y contratos a futuro que permitan tramos de venta escalonada. Estas opciones buscan evitar una intervención administrativa brusca e incentivan la gestión compartida del riesgo entre cooperativas, empresas y distribuidores.

  • Fomentar contratos de venta escalonada para evitar ventas masivas tempranas.
  • Impulsar seguros climáticos que compensen pérdidas puntuales de rendimiento.
  • Crear fondos de estabilización sectorial financiados por la cadena de valor.

La gestión del agua como factor estructural

Más allá de medidas coyunturales, la amenaza a medio plazo es la irregularidad hídrica. La gestión del agua se perfila como el elemento determinante para la competitividad y la resiliencia del olivar. Incrementar la superficie en regadío selectivo, modernizar riegos y optimizar embalses suponen inversiones que no solo elevan rendimientos, sino que moderan la fluctuación anual de la producción.

Casos internacionales muestran que introducir riego localizado y tecnologías de riego por goteo puede aumentar la estabilidad productiva sin duplicar el consumo: regiones con climas secos han conseguido mitigar caídas mediante inversiones en eficiencia hídrica y en la reutilización tratada de aguas.

Propuestas prácticas para administraciones y productores

Para evitar que la irregularidad climatológica termine dictando la agenda del sector, es necesario actuar en varios frentes: apoyo financiero a proyectos de regadío sostenible, incentivos fiscales a la modernización de almazaras y programas de formación para mejorar la gestión agronómica. Estas medidas combinan reducción de riesgo y mejora de la calidad del producto, beneficiando tanto al agricultor como al consumidor.

  • Subvenciones dirigidas a instalaciones de riego por goteo y a la implementación de sensores de humedad.
  • Planificación hídrica local que priorice usos productivos sostenibles.
  • Instrumentos financieros que cubran periodos de sequía y faciliten la inversión en innovación.

En resumen, la decisión de no aplicar una retirada obligatoria esta campaña responde a la combinación de una menor cosecha y a la dificultad práctica de ejecutarla cuando gran parte de la producción ya circula en el mercado. Sin embargo, el debate real se traslada a cómo convertir la gestión del agua en una prioridad estratégica que reduzca la exposición del sector a futuros shocks climáticos.

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