¿Desvincular la discusión política de la emergencia climática? Un enfoque pragmático
Durante la cumbre climática que se celebra en Belén, el presidente Lula volvió a insistir en que los debates partidistas no deben eclipsar las respuestas ante la crisis ambiental. Más allá del gesto político, la propuesta plantea una pregunta esencial: ¿cómo garantizar que las decisiones climáticas se tomen con base técnica y no con fines electorales?
El coste real de politizar la acción climática
Cuando la emergencia climática se convierte en arma retórica, los recursos y la atención pública se dispersan. Esto afecta desde la financiación de la adaptación hasta la velocidad de implementación de soluciones. Evaluaciones científicas estiman que para mantener trayectorias compatibles con 1,5 °C hace falta una reducción de emisiones cercana al 40 % en la próxima década, una meta que exige continuidad y compromiso técnico a largo plazo.
Voces de los más expuestos: pedir más ambición y respaldo financiero
Los países con menor margen de maniobra —islas bajas, zonas costeras y regiones semiáridas— reclaman pasos concretos, no sólo discursos. Además de actualizar sus NDC, solicitan mecanismos financieros que cubran pérdidas y daños y permitan planes de adaptación a escala local. Comunidades como las de Bangladesh y del Sahel ya enfrentan desplazamientos y pérdida de medios de vida.
Medidas concretas para avanzar: energía sostenible y conservación con criterios
En Belén se han puesto sobre la mesa propuestas para ampliar la producción de combustibles sostenibles y fortalecer la protección de bosques tropicales. Estas iniciativas pueden acelerar la descarbonización del transporte y preservar sumideros de carbono, pero deben combinarse con salvaguardas para evitar conflictos por uso de suelo y garantizar beneficios locales.
- Priorizar biocombustibles de segunda generación que utilicen residuos agrícolas.
- Crear mecanismos de pago por servicios ecosistémicos para comunidades forestales.
- Vincular subvenciones a metas verificables de reducción de emisiones.
- Impulsar acuerdos de cooperación técnica para transferencia de tecnología limpia.
Comunicar el clima: traducir cifras a impactos locales
Una barrera persistente es el lenguaje técnico que aleja a la ciudadanía. En lugar de toneladas de CO2 o porcentajes abstractos, conviene hablar de días adicionales de calor extremo, pérdidas agrícolas previstas o sobrecostes en seguros. Ese cambio facilita el apoyo a políticas como la modernización del transporte público o la restauración de cuencas hidrográficas.
Qué puede marcar la diferencia tras la COP30
Si la cumbre logra transformar declaraciones en hojas de ruta verificables, con metas de reducción y compromisos de financiación claros, habrá sido un paso relevante. La separación entre política y técnica no significa excluir el debate democrático, sino asegurar que las soluciones climáticas perduren más allá de ciclos electorales y beneficien a quienes más lo necesitan.


