Balance estival: cifras esenciales y primera lectura
En el tercer trimestre se registró un aumento del desempleo de aproximadamente 60.100 personas, mientras que el empleo neto creció en cerca de 118.400 puestos, llevando la cifra total de ocupados a alrededor de 22,3 millones. Al cierre del periodo, la cantidad de parados rondaba los 2,6 millones, y la tasa de paro se situó cerca del 10,45%.
Qué significa el alza de la población activa
La población activa mostró un impulso relevante al superar por primera vez los 25 millones de personas, con un avance cercano a 178.500 personas en el trimestre. Ese flujo de nuevos participantes eleva la tasa de actividad al entorno del 59,3% y explica parte de la simultánea subida del paro y del empleo: se incorporan más personas a buscar trabajo y, aunque muchas encuentran empleo, otras quedan registradas como desempleadas.
Privado, público y la calidad de los contratos
La creación de empleo se concentró mayoritariamente en el sector privado, responsable de la mayoría de los puestos creados en verano, mientras que la plantilla pública sumó aumentos más modestos. Además, la evolución por tipo de contrato muestra un avance de la contratación indefinida, aunque la temporalidad continúa presente en segmentos concretos como la hostelería y la agricultura estacional.
Análisis: ¿estacionalidad o tendencia estructural?
Parte del movimiento corresponde a efectos típicos de la temporada alta turística, pero hay señales que invitan a mirar más allá. La creación de empleo fue más comedida que en veranos de años previos, lo que sugiere una desaceleración en la capacidad del mercado para generar puestos sostenibles. A la vez, la reducción interanual del desempleo y el crecimiento acumulado de ocupados apuntan a una mejora general, aunque desigual según sectores y territorios.
Consecuencias prácticas y riesgos a tener en cuenta
Para empresas y responsables de política pública hay lecciones claras: la incorporación de activos requiere políticas de formación y reorientación laboral, y la persistencia de la temporalidad exige medidas que fomenten la estabilidad sin frenar la contratación. Asimismo, la demanda salarial y la productividad serán indicadores clave en los próximos meses.
- Seguir la evolución de la tasa de actividad para entender si el crecimiento del empleo es sostenible.
- Vigilar la transformación de contratos temporales en indefinidos y su impacto en la calidad del empleo.
- Analizar diferencias regionales: comunidades con alto turismo pueden presentar ciclos distintos a las áreas industriales.
En resumen, los datos del trimestre muestran una coexistencia de realidades: más personas activas y más ocupados, pero también un repunte del desempleo. El reto es convertir la creación de puestos en empleo duradero y productivo, atendiendo a la formación, la movilidad y las condiciones laborales.


